martes, 10 de mayo de 2011

Porque el silencio de imagenes del terrorista


WASHINGTON. AFP. Muchas banderas, abrazos y gritos de alegría. Pasado el impacto por la eliminación de Osama bin Laden, los estadounidenses se interrogan, en la prensa y las iglesias, sobre la pertinencia moral de las celebraciones que siguieron a la muerte del jefe de Al Qaida.

"Parece raro festejar la muerte de alguien, pero es imposible sentir pena por el causante de tantos muertos y tantos sufrimientos inútiles en el mundo", resumía el representante republicano por Utah Rob Bishop.

El domingo 1 de mayo, en la noche de la muerte del jefe de Al Qaida, casi diez años después de los atentados del 11 de setiembre de 2001, miles de personas, en particular estudiantes, expresaron su alegría delante de la Casa Blanca.

"¡Nunca sentí algo parecido! ¡Es algo que esperamos durante mucho tiempo!", admitía entonces John Kelley, un estudiante de 19 años, originario de Nueva Jersey.

"Hoy estoy orgulloso de ser estadounidense. Estoy aquí para festejar su muerte", aseguraba James Vigiatura, de 51 años, camarero en Nueva York.

Una parte de la prensa se ha sumado: "¡Lo agarramos!", titulaba un diario neoyorquino, blandido por manifestantes cerca de la "Zona Cero".

"¡Púdrete en el infierno!", seguía repitiendo esta semana una tira del diario popular Daily News en todas las páginas dedicadas al acontecimiento.

Una vez pasada la emoción, numerosos blogs, la prensa pero también representantes religiosos comenzaban a introducir matices a la discusión: "¿Es moralmente conveniente alegrarse?", se preguntaba un blog de CNN, mientras el presidente Barack Obama elegía recogerse sobriamente el jueves último, sin discursos, en la "Zona Cero".

En el exterior, la canciller alemana, Angela Merkel, corrigió el rumbo tras haber dicho que se había "alegrado" por la muerte del hombre más buscado del mundo.

En una entrevista publicada el sábado, dijo únicamente que se sentía "aliviada" por el hecho de que el líder islamista ya "no pueda hacer ningún mal a nadie".

"No creo que se puedan detener esas manifestaciones" de alegría, afirmó esta semana un imán de Saint Louis (Misuri, centro), Mohamed Hasic: "es una reacción natural, sobre todo de gente que sufrió las consecuencias de sus actos. Dicho esto, no conozco textos sagrados que sugieran que es conveniente alegrarse de la muerte de alguien".

Para Danielle Tumminio, pastor episcopal y profesor universitario, "no hay ningún mal en agitar banderas, pero no deberíamos festejar el hecho de quitar una vida".

Un influyente sacerdote católico, Edward Beck, también condenó esas manifestaciones de júbilo: sólo Dios puede juzgar lo que está bien o está mal, afirmó en la cadena conservadora de televisión Fox News, agregando que había que mostrar "amor y perdón hacia los enemigos".

Pero para Tom Pyszczynski, psicólogo y autor de una teoría sobre la resistencia al terror, "alegrarse es una reacción humana muy normal tras un trauma".

"Se la puede comparar con la reacción de la víctima de una violación que se alegra de que su agresor sea castigado o, tal vez, a la de los europeos cuando Hitler fue muerto", explica a la AFP este profesor de la Universidad de Colorado.

UN APUNTE

Las Torres Gemelas

A Bin Laden, líder de la red terrorista Al Qaeda, se le atribuye, principalmente, el atentado del 11 de septiembre de 2001, que pulverizó las Torres Gemelas de Nueva York y causó la muerte de varios miles de personas, por lo que la muerte del terrorista deja sentimientos encontraedos.fuente//el nacional