sábado, 23 de febrero de 2013

LOS CHOFERES SE INGENIAN FORMAS PARA BURLARSE DE LA AUTORIDAD


Santo Domingo-La colisión de tránsito que arrastró el vehículo que conducía un par de metros, hasta arrinconarlo contra un poste de luz, contrasta tristemente con los días en los que por la misma calle jugueteaba sobre su bicicleta.
Aquel accidente del miércoles por la tarde no sólo puso en evidencia el desorden del tráfico en Miraflores, sino que le enrostró a quienes habitan en este ensanche, cuánto les ha cambiado la vida en los últimos meses.
Ese mismo desorden del que fue víctima, y del que aún no sale del asombro, fue lo que llevó a Juddy García a prohibirle a su hijo recrearse por las calles del sector, igual que han hecho los vecinos con sus dependientes menores de edad.
Y es que no han valido las fiscalizaciones de la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET), que según su director, en 15 días penalizaron a 87 choferes por transitar por el sector y unos 50 autobuses confiscados y trasladados al Canódromo de la institución, ya que los choferes suelen evadir las reglamentaciones.
“Los (agentes de) Amet han hecho su trabajo, pero es que ellos buscan la forma de burlarlos e ingresar por otras calles”, cuenta la joven.
La realidad es que Miraflores ha pasado a ser de un residencial tranquilo a una zona receptora de millares de ciudadanos cada día, que asisten a centros de estudios o a puestos de trabajo, lo que ha incrementado la demanda de parqueos y espacios públicos en un lugar que no ha crecido en territorio.
Por ejemplo, la calle Mayor Piloto Valverde, de dos carriles, para transitar en ambas direcciones ha sido convertida en área de parqueos. También la calle Juan Henríquez Dunant ha sido afectada a pesar de su amplitud para la circulación vehicular. Allí suelen aparcar taxistas a ambos lados de la vía, obstaculizando en ocasiones entradas a los parqueos de los habitacionales.
Hasta ayer era desconocida la identidad del conductor del autobús que invistió a la joven, quien transportaba a su hijo de seis años en el asiento trasero. García reflexionó a partir de su experiencia que la educación vial es más que necesaria por estos días.
Sin embargo, vive ahora agradecida porque el cobrador del autobús, que no huyó como el conductor, fue quien le sacó del vehículo por una de las ventanas de la jeepeta blanca, junto a su pequeño hijo. Esto le demostró, asegura, que el dominicano es bueno por naturaleza, solo que necesita ser un poco mejor instruido.fuente/listindiario