Mi primera vez fue con La ciguapa, lo juro. Tenía una débil declinación en el extremo izquierdo del cerebro que lejos de afear provocaba esa sensación melodramática como una tilde en la sonrisa. Los cabellos pabellonaban aquella delgada desnudez y un canto aturdió mi corazón de modo tal que el temor a morir corroía mis ímpetus adolescentes. Podía escuchar a través de la nívea expansión sus zancas estridentes y el follaje crepitando como una bestia acosada de cazadores. Mi respirar no disipado delataba la inmadurez en tales diligencias del placer. ¡Aaahhh, una osadía de nuevo marinero me apertrechaba al claustro de su arcano. Temblar a cada palabra, serpentear al filo de la noche o el alba. El dolor del amor que se aleja con una leve dulcedumbre en agonía. La expiación de la mujer amada a destiempo. El dolor de afrontar la muerte en uno de los más hermosos relatos de Javier Angulo Güridi. A partir de aquella iniciación, los relatos de Güridi forman parte de mi arsenal de textos escogidos.poetaariostto@yahoo.com