“¡Por favor, no tiren cacahuetes a los monos!” Esta frase tan conocida debería tatuarse a la entrada de todos los zoos, para que los visitantes recuerden las duras implicaciones que a veces tiene este acto en la vida de los animales.
Y también en la de sus cuidadores, como es el caso del chino Zhang Bangsheng, que tuvo que estar una hora lamiendo las nalgas de un pequeño langur de Francois para que defecara un cacahuete que se le había quedado atascado en su tracto digestivo.
El pequeño langur de Francois (Trachypithecus francoisi), de sólo 3 meses de edad, es el primer ejemplar de esta especie que ha nacido en el Zoo Monkey de Wuhán (China central) en casi 10 años. Se trata de un primate muy raro en peligro de extinción de los que quedan menos de 500 ejemplares en Vietnam, y 1.500 en China, por lo que se encuentra entre los animales más protegidos del mundo.
El pasado primero de mayo, día festivo, el pequeño langur fue presentado en exposición por primera vez para satisfacer a los visitantes, que pudieran ver este mono tan único en el mundo. Al día siguiente, el viejo Zhang descubrió que el pequeño mono tenía indigestión y dificultad para defecar; y de inmediato se preocupó.
Al ver cáscaras en el suelo, el cuidador comprendió rápidamente que los visitantes habían arrojado cacahueses al mono, que todavía sin dientes había ingerido la totalidad de un fruto. Si no lo hacía rápidamente defecar, se podría poner en peligro la vida del ejemplar.
Y es en estos momentos donde se demuestra la pasta de la que está hecho un cuidador de 50 años con 30 de profesión. Debido a que el mono es demasiado pequeño, no era adecuado usar medicamentos para hacerlo evacuar. Tampoco se podía usar laxantes tópicos pues pueden causar alergias en monos tan jóvenes. Así que la forma menos traumática era lamerle el culo, para propiciar la expulsión por estimulación.
Y quién mejor para hacerlo que su cuidador de siempre, el que mejor le conoce. Primero utilizó agua tibia para limpiar las nalgas del pequeño mono, entonces comenzó a usar su boca para lamer, sin detenerse en más de una hora, hasta que el pequeño defecó una única y esplendorosa semilla de maní.
Sólo después de que el cacahuate rodó por el suelo, Zhang Bangsheng parece que se puso a reír con satisfacción.
Los primates tienen un gran talón de Aquiles en su tracto digestivo. De hecho existen estudios que afirman que la indigestión que provocará el calentamiento global puede ayudar a que los gorilas de montaña y otros primates comedores de hojas sean presa fácil para la extinción.
Las temperaturas medias anuales que prevén algunos modelos climáticos aumentarán 2 grados a mediados de siglo. Las hojas que crecen con el aire más caliente contiene más fibra y menos proteína digestible, lo que significa que comer la hoja llevaría más tiempo para procesar sus nutrientes.
Estos cambios pueden obligar a algunas especies de gorilas y monos a permanecer sentados durante largos períodos de tiempo que de otro modo utilizarían para la búsqueda de alimentos, proteger el territorio o el mantenimiento de los lazos sociales.
Una falta de acción, combinada con alimentos menos nutritivos, que con el tiempo podría llevar a muchos primates a su ocaso como raza.